jueves, 9 de diciembre de 2010

viernes, 29 de octubre de 2010

Dobladillo sobre Miguel Hernández

Folleto elaborado con poemas de Miguel Hernández para el alumnado de Educación Primaria. Puede descargarse en pdf y doblarse en cuatro partes.

(pulsar sobre la imagen para ampliar)

Exposición en el CPR de Cáceres: "Castuera. Centenario del nacimiento de Miguel Hernández (1910-2010)"

Esta exposición, compuesta por once paneles, ha permanecido abierta en el patio del Centro de Profesores de Cáceres desde el 14 hasta el 23 de octubre, coincidiendo con las Jornadas. La muestra fue realizada para la celebración del Año Hernandiano en Castuera. Agradecemos a su Ayuntamiento el préstamo que nos ha permitido disfrutarla durante estos días. Quien no haya tenido oportunidad de visitarla puede descargar los once paneles, en formato pdf, pulsando en el enlace situado bajo las imágenes.

(el documento se encuentra alojado en la página de Castuera) 

jueves, 28 de octubre de 2010

Miguel Hernández y Benjamín Palencia: literatura y arte

La relación de Miguel Hernández con el ambiente cultural del Madrid de los años treinta del siglo XX sobrepasa las vinculaciones literarias y se extiende a las artes plásticas. Destacan los vínculos con los miembros de la denominada "Escuela de Vallecas", entre lo que sobresalen Benjamín Palencia, que hace un magnífico retrato del poeta, Maruja Mallo, con quien el oriolano tuvo una relación estética y amorosa y Alberto Sánchez, con quien entabla correspondencia. Estudiaremos estas circunstancias con vistas a presentar un panorama de similitudes artísticas, propio de un momento histórico capital para nuestra historia.
Alfonso González López, Licdo. en Hª del Arte


Miguel Hernández, por Benjamín Palencia

lunes, 25 de octubre de 2010

"Cancionero y romancero de ausencias" de M. Hernández: técnica y sentimiento

La poesía de Miguel Hernández forma parte de la memoria colectiva por lo menos de una generación, ésa que vivió los perturbadores años de la adolescencia entre los libros nuevos de BUP, la democracia que balbuceaba, los cantautores, la música disco y el paquete de Sombra o de Lola. Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez y algún que otro grupo nos enseñaron a golpe de melodía que los andaluces de Jaén eran aceituneros altivos, que en Orihuela se había muerto como del rayo Ramón Sijé y que podíamos venir con tres heridas, la del amor, la de la muerte y la de la vida. Humildes libros de bolsillo difundían versos de un poeta “comprometido”, palabra que entonces era un certificado de interés máximo. Los poemas de Miguel Hernández se colaban entre cuento y cuento de Cortázar o entre página y página y página de García Márquez, de Vargas Llosa o de cualquier otro miembro del boom hispanoamericano. Nos llenábamos de pasión y de fuerza, a la vez que descubríamos esos mundos reales y mágicos.
Sin embargo, mi fascinación por la poesía de Miguel Hernández vino un poco más tarde cuando, ya en la Universidad, decidí realizar mi tesina sobre la obra de aquel pastor de cabras que a mí me parecía uno de los poetas más inspirados y más cultos que había encontrado. Devoré el libro que Miguel Hernández compuso en la cárcel poco antes de morir, ése que escribió en una libreta de blandas tapas azules en las que ponía “Cuaderno” en diagonal, una libreta como las que habíamos visto tantas veces en casa. Dicen que lo entregó a su esposa, Josefina, con el encargo de que lo guardara porque, aseguraba, ahí llevaba el pan de los hijos.
De este cuadernillo que se dio en llamar Cancionero y romancero de ausencias en principio me sobrecogió la tristeza que emanaba, lógica por las circunstancias biográficas. Pero todo se quedó enano ante la belleza de la palabra desnuda, ante la capacidad de Miguel Hernández para despojar al idioma de lo superfluo, de cualquier anécdota y conseguir lo trascendente a partir de alegrías y sufrimientos muy concretos. Poemillas menudos, a veces de tres versos breves con aire de soleá, concentraban todo un mundo de sugerencias, de vida, de perfección:
Qué cara de herido pongo
cuando te veo y me miro
por la ribera del hombro.
Los grandes símbolos, manoseados por tanto “escribidor”, renacían tersos en el lápiz de Miguel Hernández. Ya sabíamos que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir y que nuestro cuerpo es como un campo con buenas y malas semillas, desiguales frutos, pero lo descubríamos como si nadie lo hubiera dicho antes, en la elegancia de la queja, en la desnudez de lamentos como éste:
En este campo
estuvo el mar. 
Alguna vez volverá. 
Si alguna vez una gota
Roza este campo, este campo
siente el recuerdo del mar. 
Alguna vez volverá.
Tampoco ignorábamos que hay deseos nunca colmados y amores imposibles, y que la distancia desasosiega y mortifica. Miguel Hernández clamó por nosotros “Y somos dos fantasmas que se buscan / y se encuentran lejanos”. 
     
Cancionero y romancero de ausencias: belleza de lo íntimo.
 

María Isabel López Martínez, 
 Facultad de Filosofía y Letras. UEx

La poesía de urgencia y propaganda política en la guerra civil. El caso de Miguel Hernández

La literatura del periodo de la Guerra Civil española apenas suele aparecer en los currículos académicos. Sin embargo, al contrario de lo que suele pensarse, en ese periodo existió una gran producción literaria, al menos si lo examinamos cuantitativamente.  Como es de esperar, el discurso se centró en los avatares del conflicto de un modo parcial y propagandístico por parte de los dos bandos enfrentados en la contienda. Por razones obvias de inmediatez, evocación épica y disposición para la recitación, la poesía fue el género predilecto, y el romance la forma estrófica más abundante. Los autores cultos imitaron las voces y las formas de los autores desconocidos y anónimos en su afán por alcanzar una voz popular, unida y única. En suma, la poesía se convirtió en otra arma de combate. 
En nuestra exposición tratamos de diseñar una poética de la guerra desde un punto de vista didáctico enfocando cuestiones de autoría, producción, difusión en el frente, estilística, simbología, evolución, clasificación y análisis de las principales diferencias entre las poéticas nacional y republicana. 
Por último intentamos contextualizar la obra de Miguel Hernández dentro de estos paradigmas señalando tanto las analogías como algunas de sus peculiaridades más notables.


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Ramón Pérez Parejo, Profesor de Didáctica, UEx