HISTORIA NATURAL DE LA POESÍA
La noche desprendida de los pozos oscuros
se sumerge en los pozos donde ha echado raíces.
M. Hernández
Vengo de donde mide su conjetura el aire,de la raíz antigua de la piedra y la música,de las palpitaciones verdes de la madera,de los primeros ríos que cruzaron los pájaros.
Yo vivo en la intemperie donde vive el vacío,donde crece una nube de granizo y habita la serpiente,bajo un cielo sin música que alimenta tormentas.
Antes que los caldeos enunciaran el númeropara cifrar los astros y su oscuro latido,ya vivía en el agua interior del planetay en las germinaciones de una dura semilla.
Como los temporales, yo vivo en la intemperiey cruzo las palabras como quien cruza un bosque,porque sabe que al fin la luz será con ellasy latirá en el pulso primero de los pájarosy en las germinativas raíces de los ríos.
Yo vengo de un lugar de baluartesy argamasas primarias.Yo vivo en la intemperie del adverbio,vivo en la carne viva de la palabra mundoy en lo que ella contiene de veneno y belleza.
Con tiempo y con arena definí los espaciospropicios para el canto. Y antes de celebrarel transcurso callado de la sangre en las venas,lamenté un pecho inmóvil y unos ojos opacos.
Yo soy el que en la nochepesa a plomo el silencio y destila el mercurio,el que acaricia el hielo y espera la llegada del sol por los pinares.
Yo soy el que alimentael silencio parado de un animal que acechasu minuciosa dosis de minutos.
Hoy dibujo lo mismo la flor de la vainillaque el diluvio en un sauce,la transparencia azul de la tristezalo mismo que la herida que gime ante la hormiga.
Soy el que guarda el fuego, el que prende el pabilo,el que espera cansado sobre los adjetivos y las declinacionesmientras arde en los altos campanariosla claridad caliente de la tarde.
Soy el que incendia el pasto al final del verano,el que pudre los pozos y envenena las fuentes.
Nadie sabe mi nombre. Soy el insomne, el ciego,el que no tiene nada y el que nada pretende.
Soy la salmodia amarga de un reflejo,la letanía de un eco, la liturgiavacía del oscuro,en el fondo del fango, en la penumbra.
Muro de fuego y cólera, vidrio que arde o persistebajo la luz del número en la fragua del tiempodonde un nueve de lunas convoca sobre el yunquesu arista de misterio, su ritmo de metales.
Del libro: “Escarcha y Fuego: la vigencia de Miguel Hernández en Extremadura”
Servicio de Publicaciones. Diputación de Badajoz.
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